¿Por qué trabajan los niños y niñas?
En la Argentina y en otros países latinoamericanos, para muchos niños, niñas y adolescentes es prioridad aprender a subsistir en las calles, a ganarse la vida desde muy pequeños y a vivir con el compromiso de un adulto en lugar de estudiar y jugar. Las crisis económicas y las malas administraciones gubernamentales traen aparejado la pobreza y el desempleo. La falta de trabajo de los adultos forzó la inclusión laboral de estos; limpiando vidrios, vendiendo flores en los semáforos, entre otras actividades urbanas y mientras que en el ámbito rural lo hacen sembrando, cosechando, hasta colaborando con quehaceres domésticos.
En la larga historia argentina, la explotación laboral infantil ha existido desde siempre. En décadas anteriores; quizás por razones propias de la ignorancia (ausencia de cultura) de los padres en que conceptuaban que era más ventajoso que sus hijos trabajasen con ellos a que fuesen a desperdiciar el tiempo en las escuelas.
En la actualidad, esa explotación sigue existiendo pero por otras razones hoy esas causas están identificadas y se tiene conocimiento de cuales son los motivos que apartan a los niños, niñas y adolescentes del ámbito escolar o que deben llevarla a cabo en horarios impropios (nocturnos) alejándolos aún más de su derecho lúdico.
Si bien es de conocimiento público que la desocupación trae pobreza y que es cierto que la pobreza apareja la inserción infantil en el campo laboral, es bueno saber que según el sector donde se encuentren ubicados, son diferentes las causas por las cuales están sometidos.
En el área rural, las realizan por cuestiones de necesidad primaria; subsistencia de la familia. Por razones de pagas muy bajas al sector más pobre de ésta área, la colaboración de los hijos es fundamental para lograr una entrada económica mensualmente razonable, pero se tiene conciencia que también deben estudiar para un mejor futuro; como aclaran los padres.En lo urbano, las causas son disímiles. Existe el desempleo quizás en menor proporción que en el sector rural, pero es mayor la cantidad de chicos y adolescentes en actividades laborales. En su mayoría no es por carencia de trabajo sino por comodidad de los padres que abusan de hijos obligándolos, muchas veces bajo amenazas a realizar actividades en la calle, sin tener conciencia de los deterioros que ese sometimiento pueda arrastrar en el futuro.La decadencia social, política y cultural que han sufrido los sectores más bajos en los últimos años aparejan el quiebre del desarrollo y bienestar de los niños, niñas y adolescentes como ciudadanos prósperos del futuro, poniendo en peligro además la salud de los supuestos únicos privilegiados. La transformación cultural, la responsabilidad social y las articulaciones políticas públicas del Estado son elementos fundamentales para comenzar por un cambio de la realidad existente y entristecida de los más pequeños de nuestra sociedad.
En la Argentina y en otros países latinoamericanos, para muchos niños, niñas y adolescentes es prioridad aprender a subsistir en las calles, a ganarse la vida desde muy pequeños y a vivir con el compromiso de un adulto en lugar de estudiar y jugar. Las crisis económicas y las malas administraciones gubernamentales traen aparejado la pobreza y el desempleo. La falta de trabajo de los adultos forzó la inclusión laboral de estos; limpiando vidrios, vendiendo flores en los semáforos, entre otras actividades urbanas y mientras que en el ámbito rural lo hacen sembrando, cosechando, hasta colaborando con quehaceres domésticos.
En la larga historia argentina, la explotación laboral infantil ha existido desde siempre. En décadas anteriores; quizás por razones propias de la ignorancia (ausencia de cultura) de los padres en que conceptuaban que era más ventajoso que sus hijos trabajasen con ellos a que fuesen a desperdiciar el tiempo en las escuelas.
En la actualidad, esa explotación sigue existiendo pero por otras razones hoy esas causas están identificadas y se tiene conocimiento de cuales son los motivos que apartan a los niños, niñas y adolescentes del ámbito escolar o que deben llevarla a cabo en horarios impropios (nocturnos) alejándolos aún más de su derecho lúdico.
Si bien es de conocimiento público que la desocupación trae pobreza y que es cierto que la pobreza apareja la inserción infantil en el campo laboral, es bueno saber que según el sector donde se encuentren ubicados, son diferentes las causas por las cuales están sometidos.
En el área rural, las realizan por cuestiones de necesidad primaria; subsistencia de la familia. Por razones de pagas muy bajas al sector más pobre de ésta área, la colaboración de los hijos es fundamental para lograr una entrada económica mensualmente razonable, pero se tiene conciencia que también deben estudiar para un mejor futuro; como aclaran los padres.En lo urbano, las causas son disímiles. Existe el desempleo quizás en menor proporción que en el sector rural, pero es mayor la cantidad de chicos y adolescentes en actividades laborales. En su mayoría no es por carencia de trabajo sino por comodidad de los padres que abusan de hijos obligándolos, muchas veces bajo amenazas a realizar actividades en la calle, sin tener conciencia de los deterioros que ese sometimiento pueda arrastrar en el futuro.La decadencia social, política y cultural que han sufrido los sectores más bajos en los últimos años aparejan el quiebre del desarrollo y bienestar de los niños, niñas y adolescentes como ciudadanos prósperos del futuro, poniendo en peligro además la salud de los supuestos únicos privilegiados. La transformación cultural, la responsabilidad social y las articulaciones políticas públicas del Estado son elementos fundamentales para comenzar por un cambio de la realidad existente y entristecida de los más pequeños de nuestra sociedad.
Sandra Estigarribia
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